A quiet passion de Terence Davies
- juan pablo franky carvajal
- 9 sept 2022
- 3 Min. de lectura
Historia de una pasión / Una pasión discreta / A quiet passion Dir. Terence Davies
Exuberante/Suntuoso/Estilizado/Elegante/Grácil/Agraciado/Incandescencia/Esplendido
Titánica tarea la de pensar una década a través de 10 películas excepcionales. Reflexionar sobre el cine en el comienzo de un siglo en el que la pantalla se ha vuelto omnipresente, digital, táctil. Cuando los límites se vuelven difusos y el cine se inmiscuye en territorios que le eran antes ajenos como las series, el video clip o los juegos de video. Elegir 10 representantes de un arte que muta de forma acelerada en su técnica y por ende en su estética.
Señalo esto porque en la película que nos convoca esta noche A quiet passion de Terence Davies, podría sentirse distante al momento de representar o pensar el presente. En lugar de presentarnos un aquí y ahora convulsionado o un futuro distópico, nos invita a volver la vista al siglo XIX. Y es que, aunque las criptomonedas y el metaverso están deambulando entre nosotros y las sociedades estén más divididas que nunca, hay directores que no son llamados escudriñar en el espíritu de la época actual o deliberar sobre el futuro, sino que prefieren reflexionar sobre el pasado para así entender y expandir el presente. Volver su vista una y otra vez sobre su cruda infancia, sobre épocas pretéritas, sobre lejanas historias que conectan con alguna nostalgia personal o simplemente con el candor de una pasión compartida. No importa que el mundo se encuentre abrazando con las dos manos abiertas la era digital, las obsesiones de Terence Davies navegan entre la memoria y lo perpetuo, la poesía decimonónica y la pintura barroca, la música clásica romántica y el mejor melodrama de la época dorada de Hollywood.
Un director poco visto, pero sin duda uno de los directores británicos vivos más relevantes del momento, cercano a los 80 años, ferviente lector de la poesía de T. S. Eliot, un confeso ateo que no se ha podido librar del sentimiento de culpa, criado en el seno de una familia obrera cuantiosa. Su actualidad y mérito a la hora de filmar, de mirarnos directo a los ojos y ofrecernos sus obsesiones personales, tiene que ver con las contradicciones intimas y los movimientos telúricos del alma. Su cine se desliza con exuberancia y delicadeza entre los temas eternos: el amor, la muerte, la enfermedad, la moral y la búsqueda de trascendencia más allá de la religión o lo divino. Así, no importa si sus películas se despliegan en otro siglo u otras latitudes, sus personajes unidos por un hilo translucido de pasiones humanas sobreviven a la contradicción y confusión que reina en su entorno, logrando con poco sosiego, pero de la mejor manera posible, exprimir como puedan su existencia.

A quiet passion comulga con la idea de vislumbrar cómo convive lo excepcional en lo cotidiano cuando el ojo que observa es paciente y cuidadoso. Presenta la vida diaria de la poetisa estadounidense Emily Dickinson, sus relaciones familiares, su entrega a la poesía, su carácter desafiante y al mismo tiempo sincero, sus anhelos y sus sufrimientos. Una vida en búsqueda que supo abrazar el amor filial, sin por ello ceder en lo más mínimo frente a sus inquietudes personales.
Para Dickinson la familia será el centro de su universo. La casa, el entorno que terminará siendo en sus los últimos años, su espacio de reclusión personal. Los movimientos que se generen entre la estructura familiar y en el interior del hogar, irán hilvanando la historia de esta mujer única, que entre el día a día y el paso de las horas, hace todo lo que está a su alcance para ser fiel a si misma, para enarbolar su dignidad frente a los demás, a la iglesia y hasta frente a Dios. Bien señalará que es ella la única dueña de su alma y no es una tarea menor cargar con semejante responsabilidad.
Que A quiet passion haya sido elegida para este ciclo como una de las 10 películas excepcionales que representan una década, señala como por más de que estemos entrando a un nuevo siglo inmersos en lo que se conoce como la cuarta revolución industrial, el arte y, en este caso, el cine continuará visitando en diferentes formas las profundidades del alma humana, los conflictos internos que logran repetirse una y otra vez a pesar de los tiempos, ya sea mediante grandilocuentes tragedias de inabarcables proporciones o de movimientos ligeros que pueden llegar a generar una contenida pasión discreta.

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